Que tu fe supere las excusas.
Lucas 22:31-32 dice: Dijo también el Señor: Simón, Simón, he aquí Satanás os ha pedido para zarandearos como a trigo; pero yo he rogado por ti, que tu fe no falte; y tú, una vez vuelto, confirma a tus hermanos.
Todos conocemos este pasaje cuando Jesús profetizó que Pedro lo negaría, pero lo que más me impacta es la frase:
“Que tu fe no falte”. Porque eso significa que la fe puede faltarnos en algún momento, aunque yo aprendí que Dios nos ha dado a cada uno la medida de fe que nos sostendrá siempre. Entonces, ¿a veces nos da fe y a veces nos la quita? ¿Por qué nos falta la fe en ciertos momentos? Claro que Dios nos ha dado una fe particular y personal que nos sirve para enfrentar nuestros retos, pero de nosotros depende que nunca nos falte.
Pedro, por ejemplo, necesitó una fe diferente a lo largo de su vida. Cuando caminó sobre el agua y luego se hundió, vemos que tenía fe, pero luego, en un instante, la perdió. Después, necesitó fe para aprender con el Señor, aunque luego, la perdió al momento de negarlo. Por eso, Jesús le dijo que rogaba para que su fe no le faltara y así fue, porque se convirtió en el apóstol que confirmó a miles.
Entonces, es posible que la fe nos falte en algún momento, pero nuestra responsabilidad es que nunca falte, sino que aumente. Seguramente, cuando sales de la iglesia, llevas bien puestos los pantalones y te sientes dispuesto a conquistar el mundo. Podrías decir: “Ahora sí conseguiré el aumento de sueldo que deseo”. Pero si a al primer intento no lo logras, poco a poco, tu fe decae. Algunos salen convencidos de que es el momento para encontrar novia o novio, pero luego de algunos días van decepcionándose y pierden la fe. Ya no pides gustos sobre la persona ideal, sino que le pides a Dios que te mande ¡alguien que por lo menos respire! Eso no puede suceder. Tu fe no debe faltarte, al contrario, debe fortalecerse frente a las adversidades.
De hecho, la dificultad comienza cuando le pides algo a Dios, de lo contrario no necesitaríamos fe. Al momento de decidirte a emprender algo, viene el problema, la resistencia. En ese momento es cuando necesitamos apretarnos más los pantalones y demostrar que creemos de verdad. Por ejemplo, al enviar a Moisés a liberar al pueblo, Dios le dijo que endurecería el corazón de Faraón. ¿Por qué endurecerlo si lo que necesitaba era que lo ablandara? Porque el Señor necesitaba ver la convicción de Moisés y de Su pueblo, ya que es necesario tener carácter para pedir bendición y también para recibirla, administrarla y compartirla. Pedir con fe y obtener lo que deseamos es solamente el inicio del camino hacia el éxito que culmina al alcanzar el beneficio de quienes nos rodean.
No más excusas
1 Samuel 17:34-36 relata: David respondió a Saúl: Tu siervo era pastor de las ovejas de su padre; y cuando venía un león, o un oso, y tomaba algún cordero de la manada, salía yo tras él, y lo hería, y lo libraba de su boca; y si se levantaba contra mí, yo le echaba mano de la quijada, y lo hería y lo mataba. Fuese león, fuese oso, tu siervo lo mataba; y este filisteo incircunciso será como uno de ellos, porque ha provocado al ejército del Dios viviente.
Cuando quiero aprender acerca de la fe, me gusta leer sobre los héroes de quienes habla Hebreos 11. Personalmente me gusta ponerme en los zapatos de esas personas. Imagino qué hubiera hecho si me toca cuidar a las ovejas de mi padre y veo un león o un oso llevándose a una. ¡Seguramente corro pero para el lado contrario a donde va el león Pero David los enfrentaba, tal como hizo con Goliat. Eso es usar la fe al extremo, sin excusas. Estoy seguro de que si mi papá hiciera un inventario de las ovejas y ve que falta una, no me regañaría si le explico que se la llevó un león. Como tú no regañarías a tu hijo si no enfrenta y mata a un ladrón que entra a tu casa. Cualquier padre le diría a su hijo: “Qué bueno que estás bien y no te sucedió nada, lo material se recupera”. Así que David tenía la excusa perfecta para no usar su fe y evitar al león o al gigante. De hecho, nadie le pidió que se enfrentara a Goliat. Al contrario, el rey Saúl le pidió que no lo hiciera porque estaba en desventaja. Sin embargo, David usó su medida de fe y logró más de lo que le pedían. ¿Hasta cuándo pondremos excusas para no utilizar nuestra fe?
Abraham tenía la excusa perfecta para no creer por un hijo. Pudo decirle a Dios: “Mira, estoy casi muerto”. Noé también tenía la excusa perfecta para no creer y evitar construir el arca ya que nunca había llovido, pero no buscaron excusas y continuaron creyendo a pesar de todo. Muchas veces utilizamos excusas para librarnos de la culpa, al ver que no logramos hacer realidad las promesas de Dios en nuestra vida. Los jóvenes se excusan en el abandono de sus padres para no estudiar o andar en malos pasos, los trabajadores se excusan en la actitud exigente de los jefes para no esforzarse y comprometerse con sus metas, los empresarios se excusan en la difícil situación del país para no invertir y hacer crecer sus negocios. Claro que son excusas perfectas y válidas, pero aunque todo esté en contra, debemos decir: “Dios está conmigo y ¡derrotaré al devorador!” ¡Llénate de fe y deja las excusas a un lado para lograr lo que te propones!
De hortaliza a héroe
Lucas 17:6 explica: Entonces el Señor dijo: Si tuvierais fe como un grano de mostaza, podríais decir a este sicómoro: Desarráigate, y plántate en el mar; y os obedecería.
Marcos 4:30-32 también comparte: Decía también: ¿A qué haremos semejante el reino de Dios, o con qué parábola lo compararemos? Es como el grano de mostaza, que cuando se siembra en tierra, es la más pequeña de todas las semillas que hay en la tierra; pero después de sembrado, crece, y se hace la mayor de todas las hortalizas, y echa grandes ramas, de tal manera que las aves del cielo pueden morar bajo su sombra.
Jesús comparó la fe con el grano de mostaza pero no porque fuera pequeña como este, sino porque la fe, como el grano, debe rebasar las expectativas y llegar a ser la más grande. El Señor no dijo: “Que tu fe sea pequeña como el grano de mostaza”, dijo que imitáramos al grano de mostaza que crece muchísimo. Al pensarlo, este grano de mostaza también tenía la excusa perfecta para no crecer porque es la más pequeña de las semillas, pero no buscó excusas y se convierte en un árbol enorme. Entonces tenemos dos parámetros, el del grano de mostaza y el de los héroes. ¿Cuál seguirás?
Te desafío a ser como los héroes que van más allá de toda expectativa humana y confían totalmente en el Señor. En mi grupo de amistad, cuando llega el momento de pedir, me gusta hacer petición por cosasmateriales porque sé que a mi Padre puedo pedirle todo lo que deseo, no solo lo que necesito. Por eso, en el Padre Nuestro le pedimos el pan de cada día para hoy, es decir que pedimos abundancia. Entonces, yo pido una computadora nueva para el semestre, además de bendición y prosperidad para mi familia. Imagina que en tu grupo una pareja de ancianos pidiera un hijo o que un amigo pidiera que Dios le ayude a construir un bunker en su casa porque él y su familia repoblarán la tierra luego de la extinción. ¡Seguramente pensarías que están locos! Pues justamente eso es lo que sucedió con Abraham y Noé. Todos pensaban que estaban dementes, pero ellos creyeron esperanza contra esperanza, no pusieron excusas y lograron el propósito para el cual estaban llamados. Ellos fueron más allá, no tuvieron fe de semillas de mostaza sino de héroes.
Los mismo debemos hacer nosotros. Si pides por tener una clínica médica, atrévete a pedir como semilla de mostaza y pide varias clínicas, pero luego, atrévete a ser un héroe y pide un hospital. Siempre busca ir más allá con tu medida de fe, sin excusas ni pretextos. Si pedías porque tu hijo volviera a casa, ahora pide porque sea el joven que enseñe valores a toda tu comunidad, y más aún, pide como héroe porque llegue a ser el predicador más grande de tu país. Si tienes una pequeña cafetería, usa tu fe como el grano de mostaza que se convierte en la más grande de la hortalizas y pide un restaurante, pero luego, atrévete a usar tu fe como un héroe y pide por una cadena de restaurantes en toda Latinoamérica.
Si nos atrevemos a usar nuestra fe sin excusas, estoy seguro de que seremos los héroes del libro de Dios que leerán las futuras generaciones. Cuéntale tus sueños a las personas para que te vean como un loco. Porque llegará el día cuando vean que lograste hacer tus sueños realidad. Si Dios lo ha puesto en tu corazón es porque quiere que lo logres. ¡Inyecta la fe de los héroes a tus peticiones, supera la fe de la hortaliza más grande y verás que alcanzarás nuevas alturas!